La huelga de matrimonio la iniciaron las mujeres.
Antaño las jovencitas eran educadas desde pequeñas para casarse jóvenes y aprovechar que se encontraban en lo más alto de su atractivo físico para atrapar al mejor hombre.
Hoy en día, el feminismo las ha cegado con mentiras para que se centren en su interés más inmediato, por lo que perciben a los hombres como un simple entretenimiento temporal. Por este motivo desperdician los beneficios que a largo plazo proporciona atrapar un mulo de carga, derrochando los años en los que son más fértiles y atractivas como si fuesen a ser jóvenes para siempre. Y es ahí cuando comienza la huelga del matrimonio, iniciada por ellas en su juventud.
Esto le da tiempo a los hombres para que la testosterona de su cabeza se diluya lo suficiente como para que comiencen a hacerse algunas preguntas: "¿Qué beneficios me aporta todo esto?", "¿De verdad quiero meterme en este berenjenal?".
La conclusión más común es que este juego no merece en absoluto la pena.
Y es entonces cuando los hombres comienzan a despertar y a ver la realidad.
Lo siguiente es que los hombres simplemente continúan la huelga de matrimonio iniciada por las mujeres (no todos los hombres lo hacen, pero por suerte lo son más cada día). Y llega el momento en que las mujeres alrededor de 30 años se preguntan "¿Dónde están los hombres?".
Pero fijaos que nunca son las de 20 años quienes lo preguntan, ya que estas están demasiado ocupadas atendiendo a sus teléfonos, saliendo de fiesta, emborrachándose y tatuándose, mientras disfrutan de ese 10% de hombres mojabragas.
Nunca paguéis como nueva una mercancía que es de segunda o tercera mano.
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