Resumen de las más típicas técnicas de reprobación utilizadas por los feministas
Casi todos las hemos escuchado alguna vez, expresiones del tipo (¡Eres un misógino, odias a las mujeres!).
Se suelen utilizar para que los hombres no se salgan del redil, para zanjar cualquier debate apelando a las inseguridades de los hombres, o para ganar adeptos y a la vez demonizar a los hombres cuando se discuten temas delicados y no carentes de polémica como, por ejemplo, feminismo, relaciones hombre- mujer, psicología femenina, etc.
Éste es un resumen de los “argumentos” (o triquiñuelas) a los que suelen recurrir los feministas para debatir en lugar de utilizar la lógica y los argumentos razonados. Hay que mencionar que no sólo las mujeres feministas recurren a ellas, los hombres feministas también suelen utilizarlos.
La mayoría de estos “argumentos” -si no todos- son ataques “ad hominem.” Vamos allá:
• Acusación de ira
Se acusa al sujeto de tener dificultades para dominar su estado emocional. Cualquier emoción negativa que pueda expresar se asume como injustificable.
Ejemplos:
“¡Estás amargado!”
“Tienes que superar tu odio hacia las mujeres.” “¡Todo lo ves negro! ¡Eres muy negativo!”
Respuesta: La ira es una respuesta legítima y comprensible cuando nos vemos expuestos a una injusticia. Es importante recordar que aceptar pasivamente un perjuicio infligido no es ninguna virtud.
• Acusación de cobardía
Se acusa al sujeto de albergar un miedo irracional e injustificable a la hora de interactuar con mujeres.
Ejemplos:
“Tienes que vencer esos complejos.”
“Tienes que agarrar el toro por los cuernos y echarle huevos.” “Tienes miedo de una mujer fuerte y empoderada.”
Respuesta: Es importante recalcar que existe cierta diferencia entre coraje y estupidez. Los únicos riesgos a los que se expone la gente capaz y razonable son los riesgos calculados. Hay que sopesar los riesgos y los beneficios. En la sociedad actual, muchos hombres se están dando cuenta de que en lo relacionado con mujeres los riesgos superan con creces a los beneficios.
• Acusación de hipersensibilidad (ser un “llorica”)
Se acusa al sujeto de ser un histérico, de exagerar sus problemas, o los problemas de los hombres en general.
Ejemplos:
“¡Deja de quejarte!” “¡Supéralo!”
“¡Afronta las cosas como un hombre!”
“¡Tus problemas no son ni la quinta parte de lo que tienen que sufrir las mujeres!”
“Tienes miedo de perder tus privilegios.” “¡Qué frágil es el ego masculino!”
“¡Vosotros los tíos sí que tenéis que espabilar!”
Respuesta: Cuando alguien utiliza este tipo de recursos está demostrando una grandilocuente indiferencia hacia la humanidad de los hombres.
Puede ser útil preguntarle al acusador que responda “sí o no”, sobre si un problema en particular debe atajarse. Si el acusador responde que “no”, puede ser útil preguntarle por qué los hombres deben preocuparse entonces por el bienestar del acusador, ya que obviamente ese favor no se devolverá. Si el acusador contesta que él no puede hacer “nada” para solucionar ese problema, se le puede preguntar entonces por qué es necesario atacar a aquellas personas que están haciendo algo por solucionarlo.
• Acusación de inmadurez (el síndrome de Peter Pan)
Se acusa al sujeto de ser inmaduro y/o irresponsable. Ejemplos:
“¡A ver cuándo vas a madurar!” “Eres un niño todavía.”
“Vives en casa de tus papis, ¿no?”
“No me interesan los niños. Me interesan los hombres de verdad.”
“Los hombres tienen un deber, y es el de casarse y educar a sus hijos.”
Respuesta: Debería recordarse que el currículum sexual, el estado marital, el parental y demás no son indicadores fidedignos de madurez o fiabilidad. Si así fuera, no veríamos crímenes o negligencias cometidas por gente casada. O no habría divorcios, aventuras extramatrimoniales, etc.
• Acusación de peligrosidad (amenaza potencial)
Se acusa al sujeto de ser una amenaza de manera poco definida. Esta acusación puede ir combinada con alguna estratagema para censurar al sujeto.
Ejemplos:
“Me estás metiendo miedo.”
“Me asusta lo que dice este hombre.”
Respuesta: Puede ser útil mencionar que sólo los idiotas o los tiranos tienen miedo de la verdad. Uno puede también preguntarles a las mujeres si creen que pueden tomar posiciones de responsabilidad si tanto miedo le tienen a la libertad de expresión legítima del hombre.
• Acusación de racionalización
Se acusa al sujeto de culpar a las mujeres de su propio fracaso, situación en la vida o problemas.
Ejemplo:
“Estás amargado porque no puedes follar.”
Respuesta: en este caso se debe preguntar qué importancia tiene realmente cómo haya encontrado uno la verdad. O
también uno puede preguntarle al acusador “¿Eso qué tiene que ver con la validez de mi argumento?”.
Este tipo de reprobación suele ser lo que se llama un “ad hominem circunstancial.”
• Acusación de fanatismo
Se acusa al sujeto de pertenecer a una ideología extremista, intolerante, o mantener un punto de vista ignorante.
Ejemplos:
“Suenas un poco radical.”
“Esa mentalidad es de la época de las cavernas.” “Eres un extremista.”
“Suenas como los del Klu Klux Klan.”
Respuesta: habría que recordarles que el que una idea se aparte de la línea mayoritaria de pensamiento no la hace menos válida. La verdad no se decide por mayoría, y tampoco se encuentra necesariamente en el punto medio de dos ideas opuestas (la falacia lógica del falso compromiso).
• Acusación de invirilidad
Se pone en tela de juicio la orientación sexual del sujeto. Ejemplos:
“¿Eres gay?”
“Necesito a un hombre de verdad, no a una maricona.” “Serás nenaza.”
Respuesta: a no ser que uno esté trabajando para una empresa gestionada por fundamentalistas católicos, normalmente no conlleva demasiado perjuicio que un hombre heterosexual deje a sus acusadores con dudas sobre su orientación sexual.
• Acusación de generalizar demasiado
Se acusa al sujeto de generalizar demasiado o de hacer hincapié en ciertos estereotipos de mujeres.
Ejemplos:
“¡Yo no soy así!”
“¡Deja de generalizar!”
“Ese es el típico estereotipo machista.”
Respuesta: uno puede señalar que las feministas y otras muchas mujeres realizan constantemente generalizaciones sobre los hombres. Puedes encontrar muchas citas y frases feministas que prueban suficientemente este punto. Además, se debe mencionar que señalar una tendencia no es algo incorrecto.
Aunque no todas las mujeres compartan una misma característica, un considerable número de ellas la comparten.
• Acusación de misoginia
Se acusa al sujeto de mostrar algún tipo de odio o maldad gratuita contra una mujer o contra todas las mujeres en general. Ejemplos:
“¡Eres un misógino!” “Odias a las mujeres.”
“¿No tienes madres o hermanas?”
“¿Te crees que las mujeres somos tus esclavas?” “¡Quieres que las mujeres pierdan sus derechos!”
“Todavía piensas que las mujeres somos inferiores!”
Respuesta: se le puede preguntar al acusador cómo el que alguien esté a favor de los derechos del hombre pueda implicar estar en contra de los derechos de la mujer.
También puede preguntarle al acusador qué piensan de las mujeres que están de acuerdo con el punto de vista de uno. Esta técnica cae en la falacia lógica del argumentum ad misericordiam (argumentos basándose en la pena hacia la mujer), y/o argumentum in terrorem (crear una sensación de pánico sobre las intenciones o estrategia del sujeto).
• Acusación de inestabilidad mental
Se acusa al sujeto de ser emocional o mentalmente inestable. Ejemplos:
“Eres un loco.”
“Tienes problemas mentales graves.” “Tienes que tomarte la medicación.”
Respuesta: uno puede referirse a un estudio, una estadística o un artículo científico contrastado científicamente y preguntarle al acusador si el estado mental o emocional del sujeto ha influido para algo en la existencia de ese estudio, estadística o artículo científico.
• Acusación de egoísmo
Este ataque se explica por sí mismo, y suele utilizarse principalmente contra aquellos hombres a los que no parece importarles lo más mínimo tener o no tener relaciones con mujeres.
Ejemplos:
“Eres un materialista.”
“Pero qué egoístas y avariciosos que sois los hombres.”
Respuesta: puede ser suficiente con darle la vuelta a la tortilla y devolverle la pregunta:
“¿Así que estás diciendo que no debería invertir mi dinero en mí mismo, sino que debería gastármelo en una mujer como tú? ¿Y tú me acusas de ser egoísta?
Y a todo esto... ¿tú que tenías pensado hacer por mí?”
• Acusación de superficialidad
Este ataque se realiza contra hombres y sus preferencias sexuales.
Ejemplos:
“Si no fueses detrás de las niñatas, entonces...”
“¿Cómo puedes ser tan superficial y rechazar a una mujer por el simple hecho de ser madre soltera?”
Respuesta: las mujeres jóvenes, normales o feas pueden ser tanto o más problemáticas que las guapas o sofisticadas. En lo relacionado con la superficialidad de las mujeres, los medios de comunicación ya se encargan de mostrarnos cada día las absurdas demandas que las mujeres esperan de los hombres (por ejemplo esos listados interminables de cosas que un hombre debe o no debe hacer por su mujer o novia, como ser un hombre “de verdad” etc.).
• Acusación de falta de atractivo
Se acusa al sujeto de no tener valor en lo que a relaciones con mujeres se refiere.
Ejemplos:
“Me apuesto lo que quieras a que eres gordo y calvo.” “¡No puedes follar!”
“¡Friki!”
“¡Perdedor!”
“¿Has pensado que a lo mejor el problema eres tú?”
Respuesta: éste es otro ejemplo de ad hominem circunstancial. La situación del sujeto en cuanto a a relaciones con mujeres no tiene ninguna relación con su valor como persona y tampoco influye en la veracidad o validez de sus argumentos.
• Acusación de derrotismo
Esta técnica es similar a la acusación de irascibilidad o a la de cobardía, en la que el acusador ataca la negativa o actitud conservadora del sujeto referente a su situación. Sin embargo, el enfoque no se dirige tanto a la ira o miedo del sujeto, sino a su supuesta actitud resignada.
Ejemplos:
“No seas tan negativo.” “Eres un cínico.”
“Si renuncias a las relaciones con mujeres, estás admitiendo la derrota.”
“Venga! ¡No abandones campeón!”
Respuesta: la acusación de derrotismo puede contrarrestarse afirmando que uno simplemente está siendo realista sobre la situación.
También se puede indicar que la auténtica actitud perdedora es pedirle a los hombres que simplemente acepten los abusos de parte de las mujeres y de la sociedad en general. Muchos hombres no han perdido su energía, sino su paciencia.
• Amenaza de pérdida de cariño
Se alecciona al sujeto de que sus puntos de vista o comportamiento provocarán consecuencias perniciosas con el otro sexo (por ejemplo, que las mujeres lo rechacen como pareja).
Ejemplos:
“Ninguna mujer va a querer casarse contigo como sigas así.” “¡Los frikis como tú no follarán jamás!”
Respuesta: esto es un claro ejemplo de la falacia lógica argumentum ad baculum (o “apelar a la fuerza”). El acusador intenta negar la validez de un punto de vista, señalando una consecuencia indeseable que recaerá en la persona que defienda cierta idea o punto de vista.
La única manera de tratar con este tipo de ataques es darse cuenta de que el auténtico valor de un hombre no tiene ninguna relación con sus conquistas románticas (incluyendo el matrimonio).
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